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La digestibilidad en la alimentación de perros y gatos: ¿qué es y por qué es clave?

La digestibilidad en la alimentación de perros y gatos: ¿qué es y por qué es clave?

1. ¿Qué es la digestibilidad en el alimento de mascotas?

La digestibilidad de un alimento para perros o gatos se refiere a la facilidad con que ese alimento puede ser digerido y absorbido por el organismo de la mascota. En otras palabras, es la proporción real de nutrientes del alimento que el animal aprovecha tras el proceso digestivo. Un alimento puede tener muchos nutrientes en teoría, pero si estos no se digieren bien, pasarán de largo por el intestino y no llegarán al torrente sanguíneo de tu perro o gato. Por eso, un alimento altamente digestible es aquel del cual tu mascota absorbe un porcentaje muy alto de sus nutrientes, manteniéndola sana, fuerte y llena de vitalidad.

¿Cómo se mide la digestibilidad de un alimento?

La digestibilidad suele medirse mediante pruebas de alimentación: se registra la cantidad de alimento que consume el animal y se compara con la cantidad de heces que produce; la diferencia (considerando todo en base a materia seca) es lo que realmente se aprovechó del alimento. Por ejemplo, si un perro come 100 gramos de pienso Breedna (en base seca) y elimina 10 gramos en heces secas, se dice que el 90% del alimento fue digestible. De hecho, técnicamente se considera que los alimentos súper premium logran alrededor de un 90% o más de digestibilidad. En cambio, un alimento con digestibilidad por debajo del ~75-80% se catalogaría de calidad baja o muy mala. En términos prácticos, esto significa que en un pienso común cerca del 20% de lo que come tu mascota acaba siendo desecho fecal, mientras que en uno de alta calidad ese porcentaje de desperdicio es mucho menor.

¿Por qué es importante la digestibilidad y cómo afecta a la salud?

La digestibilidad es clave porque determina cuántos nutrientes de la comida realmente aprovecha tu mascota. Un alimento puede verse muy nutritivo en la etiqueta, pero si es difícil de digerir, tu perro o gato obtendrá menos nutrientes de él. Por el contrario, una dieta de alta digestibilidad asegura una mayor biodisponibilidad de nutrientes, es decir, que más vitaminas, minerales, proteínas y energía sean absorbidos y lleguen a los órganos donde cumplen su función. Esto ayuda a cubrir mejor las necesidades nutricionales diarias y prevenir deficiencias que podrían afectar la salud a largo plazo.

Además, un alimento digestible cuida la salud gastrointestinal de tu mascota. Al ser fácil de digerir, reduce la carga de trabajo del sistema digestivo y tiende a regular el tránsito intestinal. Por ejemplo, las dietas altamente digestibles suelen producir heces más firmes, en menor cantidad y con menos agua, señal de que el intestino absorbió bien los nutrientes y el agua disponibles. Por el contrario, un alimento de baja digestibilidad típicamente genera mucho residuo: gran volumen de heces húmedas o poco consistentes, y a menudo más gases y malestar.

Los beneficios de una dieta con buena digestibilidad se notan en todo el organismo. Al recibir más nutrientes aprovechables, tu mascota tendrá más energía, un sistema inmunitario más fuerte y un pelaje saludable. Incluso puede ayudar a mantener un peso adecuado: con un alimento digestible, el animal obtiene lo que necesita con porciones relativamente pequeñas, evitando tener que comer en exceso para saciarse. En suma, la digestibilidad contribuye a un equilibrio nutricional óptimo, que se traduce en un perro o gato más sano y feliz.

2. Ingredientes y procesos que influyen en la digestibilidad

No todos los alimentos se digieren igual. La formulación y los ingredientes juegan un papel central: dependerá del tipo de ingredientes y su calidad que un pienso sea más o menos digestible. Algunos factores que mejoran o empeoran la digestibilidad son:

  • Calidad de las proteínas y su origen: Las proteínas de alto valor biológico (como las carnes magras o el huevo) suelen aprovecharse mejor que las de menor calidad. Por ejemplo, el huevo tiene uno de los más altos valores nutritivos y digestibles, mientras que las proteínas vegetales tienden a ser menos completas en aminoácidos esenciales y a veces menos digestibles si no están bien procesadas. Aun así, con un buen procesamiento, muchas proteínas vegetales (soja, gluten de maíz, etc.) pueden alcanzar digestibilidades altas para perros y gatos. Lo importante es que la fuente proteica sea adecuada para la especie: en dietas de calidad se seleccionan ingredientes animales digestibles y ricos en aminoácidos esenciales, pensando especialmente en cubrir requisitos como la taurina en gatos y otros nutrientes clave.
  • Procesamiento y cocción de los ingredientes: Cómo se elabora el alimento influye mucho. Un ejemplo claro es el de los cereales: el maíz crudo es difícil de digerir por su cubierta fibrosa, pero si se muele y cocina correctamente, sus nutrientes internos quedan accesibles y se digieren fácilmente. La extrusión (el proceso de cocción a alta temperatura y presión con el que se fabrican muchos piensos) rompe almidones y proteínas haciéndolos más asimilables. Sin embargo, un cocinado excesivo puede ser contraproducente: si la temperatura es demasiado alta o el tiempo muy prolongado, ciertas proteínas se "queman" o se modifican, disminuyendo su digestibilidad y la disponibilidad de aminoácidos esenciales. Por eso, las mejores marcas controlan cuidadosamente la temperatura y los tiempos en sus procesos productivos para optimizar la digestibilidad, evitando tanto la cocción insuficiente como la sobrecocción de los ingredientes.
  • Fibra dietética en su justa medida: La fibra es un componente de los alimentos que no se digiere completamente, pero que influye en el tránsito intestinal. Una cantidad moderada de fibras saludables (como la pulpa de remolacha) puede beneficiar la digestión al favorecer una flora intestinal equilibrada y heces formadas. De hecho, ciertas fibras fermentables sirven de alimento a las bacterias buenas del colon (actuando como prebióticos) y mejoran la consistencia de las heces. Sin embargo, un exceso de fibra o tipos de fibra muy insoluble pueden reducir la absorción de nutrientes, ya que aceleran el tránsito o pueden secuestrar nutrientes, llevando a heces voluminosas y menor aprovechamiento del alimento. Por eso los piensos de alta calidad suelen tener fuentes de fibra seleccionadas y en proporciones equilibradas.
  • Grasas y carbohidratos digestibles: La cantidad de grasa y carbohidratos también importa. Las grasas son muy energéticas, pero en exceso pueden dificultar la digestión e incluso predisponer a malestares (por ejemplo, comidas muy grasosas pueden causar diarreas o pancreatitis en casos extremos). Los carbohidratos, por su parte, deben estar bien cocidos para ser digeridos. Tanto perros como gatos pueden digerir almidones cocidos (por ejemplo, los cereales) con más del 90% de eficiencia, pero si los cereales están mal procesados (almidón poco gelatinizado) la digestibilidad cae. Además, ciertos antinutrientes presentes en ingredientes mal preparados (como taninos en legumbres crudas, fitatos, etc.) pueden interferir con la digestión y absorción de nutrientes. Las dietas de alta digestibilidad minimizan estos compuestos usando ingredientes refinados y técnicas como cocción, fermentación o adición de enzimas para neutralizarlos.
  • Prebióticos, probióticos y aditivos funcionales: Muchos alimentos premium añaden prebióticos (fibras especiales como FOS, MOS) y probióticos (microorganismos beneficiosos) para mejorar la salud intestinal. Estos apoyan la digestibilidad al equilibrar la flora intestinal y fortalecer la mucosa digestiva. Por ejemplo, una flora saludable ayuda a descomponer mejor ciertos nutrientes y a producir vitaminas, además de prevenir diarreas. Los probióticos y prebióticos son aliados de la digestibilidad porque facilitan la absorción eficaz de nutrientes, vitaminas y minerales, repercutiendo positivamente en el metabolismo de la mascota. Otros aditivos naturales, como el extracto de Yuca, también se utilizan en piensos premium para reducir el olor de las heces y potencialmente mejorar la absorción. La yuca contiene saponinas y compuestos que pueden ligar amoníaco en el intestino, reduciendo los productos de desecho malolientes. Si bien estos aditivos no sustituyen una buena formulación, pueden contribuir a un tracto digestivo más saludable y heces menos voluminosas y olorosas.

En resumen, un alimento será más digestible si usa ingredientes de alta calidad (especialmente proteínas animales fácilmente digeribles), si está bien formulado para la etapa de vida y especie, y si se fabrica correctamente con controles de calidad. Por el contrario, ingredientes de baja calidad (mucha materia de relleno indigerible, subproductos mal procesados), exceso de fibras mal elegidas o procesos deficientes darán como resultado un alimento de baja digestibilidad. Esto a nivel práctico se notará en un perro o gato que hace mucha cantidad de caca, con heces blandas o muy malolientes, y que quizás necesite comer más cantidad para obtener los nutrientes que necesita.

3. Diferencias entre perros y gatos en cuanto a digestibilidad

Si bien el concepto de digestibilidad aplica tanto a perros como a gatos, hay algunas diferencias importantes ligadas a la naturaleza omnívora del perro vs. carnívora estricta del gato. Los perros, a lo largo de su evolución, han desarrollado una mayor tolerancia a una dieta variada que incluye carbohidratos y vegetales. Ellos pueden digerir y aprovechar bien ciertos ingredientes vegetales; por ejemplo, pueden obtener vitamina A partir de betacarotenos de plantas, y sintetizar algunos nutrientes por sí mismos que los gatos no pueden. De hecho, el perro se considera un omnívoro oportunista, con un sistema digestivo capaz de manejar tanto carne como almidones si están bien preparados.

En cambio, los gatos son carnívoros obligados. Su organismo está adaptado para obtener energía principalmente de las proteínas y las grasas de origen animal, y tienen requerimientos nutricionales muy específicos que solo se cubren con ingredientes animales de calidad. Por ejemplo, el gato necesita taurina y vitamina A pre-formada en la dieta (presente en la carne), ya que no puede obtener suficiente de estos nutrientes a partir de precursores vegetales. Asimismo, su hígado está siempre activo realizando gluconeogénesis (fabricando glucosa a partir de proteínas), incluso cuando consumen carbohidratos, lo que refleja su dependencia de las proteínas.

En términos de digestibilidad, ambas especies se benefician de alimentos altamente digestibles, pero en los gatos es aún más crítico que las proteínas sean de excelente calidad y muy digestibles. Una dieta baja en proteínas digestibles afectará antes a un gato, pudiendo desencadenar deficiencias nutricionales o problemas hepáticos, ya que su metabolismo exige un aporte constante de aminoácidos. Los perros son un poco más flexibles: pueden digerir almidones bien cocidos con eficacia similar a la de los gatos, y fermentan fibra en el colon un poco mejor que los gatos gracias a un intestino algo más largo. Aun así, un exceso de carbohidratos mal digeridos o de azúcares simples puede causar trastornos intestinales en ambas especies, como diarrea osmótica y flatulencias, si se sobrepasa su capacidad digestiva.

Otra diferencia práctica es el comportamiento alimentario: el perro suele comer raciones grandes rápidamente (lo que a veces puede provocar digestiones pesadas), mientras que el gato tiende a comer pequeñas porciones múltiples veces al día (pastoreando). Esto significa que el perro puede sufrir indigestión o hinchazón si la comida no es digestible o si come demasiado de golpe, mientras que el gato autorregula más su ingesta, pero es muy exigente con la comida. Un gato rechaza más fácilmente un alimento si le sienta mal o si tiene un olor/sabor extraño, mientras que el perro a veces come incluso alimentos que luego le causan malestar. Por eso, en gatos muchas veces notaremos la mala digestibilidad por síntomas sutiles (dejan comida, usan más la caja de arena, heces muy olorosas), y en perros tal vez por episodios de diarrea, gases o simplemente mucha cantidad de heces que el dueño ve al recoger.

En síntesis, el perro y el gato necesitan alimentos digestibles, pero los gatos requieren dietas más ricas en proteínas animales de alta calidad, con menos contenido vegetal, para lograr ese alto aprovechamiento. Un buen alimento para gatos suele ser más concentrado en nutrientes (dado su menor consumo y tracto más corto), mientras que un buen alimento para perros puede incluir más variedad siempre que esté bien procesada y equilibrada. En cualquier caso, un ingrediente difícil de digerir (sea un exceso de fibra cruda, granos mal cocidos o proteínas de baja calidad) le pasará factura tanto al perro como al gato, solo que el gato lo resentirá antes en su salud debido a sus necesidades más estrictas.

4. ¿Cómo saber si el alimento de tu mascota tiene buena o mala digestibilidad?

Tu perro o gato no te puede decir “¡no estoy absorbiendo bien mis croquetas!”, pero su cuerpo da pistas claras. Como tutor, puedes fijarte en estos signos visibles relacionados con la digestión:

  • Volumen y consistencia de las heces: Es quizás la señal más evidente. Un alimento altamente digestible produce heces reducidas en cantidad, bien formadas y firmes. Idealmente, tu mascota defecará una o dos veces al día como mucho, con deposiciones compactas y fáciles de recoger (o en el caso del gato, fáciles de limpiar de la bandeja). Incluso el olor de las heces tiende a ser más moderado cuando la dieta se aprovecha bien. Por el contrario, heces abundantes, muy blandas o diarreas recurrentes indican que mucho del alimento está saliendo sin digerir. Si cada vez que paseas al perro hace montones grandes de excremento, o si el arenero de tu gato se llena demasiado rápido de deposiciones voluminosas y fétidas, es una señal de baja digestibilidad. En alimentos pobres, es común ver heces casi sin consistencia, húmedas y de fuerte olor, debido a la fermentación de nutrientes no absorbidos.
  • Frecuencia de las deposiciones: Tanto perros como gatos sanos generalmente evacúan una o dos veces al día. Si tu perro necesita salir muchas más veces para hacer del baño, o si tu gato deja “regalitos” muy seguido fuera de lo normal, podría ser porque el pienso tiene mucho residuo no digerido. Un alimento digestible concentra los nutrientes y produce menos desechos, por lo que reduce la frecuencia. Ojo: si bien un ligero cambio en la frecuencia puede ser normal al cambiar de dieta, evacuaciones constantes más de 2 veces al día (en perros) o más de 1 vez al día (en gatos) conllevan revisar qué tal está asimilando la comida.
  • Gases y malestares digestivos: La flatulencia (gases) en exceso es otro signo de que algo no se está digiriendo correctamente. Ingredientes poco digestibles llegan al colon y las bacterias los fermentan, produciendo gas y mal olor. Un perro con muchos gases o un gato cuya caja desprende olores demasiado fuertes puede estar comiendo un alimento de baja calidad digestiva. Con un pienso de alta digestibilidad, suele haber menos flatulencias y las heces huelen menos intenso. Asimismo, la ausencia de vómitos o diarreas es esperable con un alimento bien tolerado; si tu mascota vomita con frecuencia tras comer o tiene diarreas frecuentes, podría indicar intolerancia o un problema digestivo que requiere atención veterinaria (no necesariamente solo la digestibilidad, pero es un indicador de que ese alimento “no le cae bien”).
  • Estado general y apariencia: Aunque más sutil, el estado físico de tu mascota a mediano plazo refleja la calidad de la nutrición. Si el alimento es poco digestible, puede que, pese a comer ración adecuada el animal pierda peso o no desarrolle buena musculatura, porque no está aprovechando todos los nutrientes. También podrías notar el pelaje opaco, menos energía o letargo por una mala absorción crónica. En cambio, con un alimento de buena digestibilidad, tu compañero debería mantenerse en su peso óptimo con la porción recomendada, mostrarse activo y lucir un pelo brillante (señal de que recibe suficientes proteínas, ácidos grasos y vitaminas). Claro está, muchos factores influyen en el aspecto de una mascota, pero la nutrición es uno de los principales. Si notas mejoras en vitalidad y en la calidad de las heces al cambiar a un pienso premium, es muy probable que la digestibilidad más alta haya marcado la diferencia.

En definitiva, observa las heces de tu mascota (cantidad, forma, textura y olor) porque son el reflejo más inmediato de qué tal está digiriendo su comida. Unas heces pequeñas, firmes y casi inodoras son el “trofeo” de una alimentación bien asimilada, mientras que diarreas, heces voluminosas o muy malolientes son una llamada de atención. También monitorea su comodidad digestiva: un perro o gato con el estómago a gusto no debería tener cólicos, ruidos intestinales excesivos ni flatulencias constantes tras comer.

5. ¿Qué hacer si sospechas que el alimento no es lo suficientemente digestible?

Primero, consultar con tu veterinario es la mejor opción. El veterinario puede evaluar la salud gastrointestinal de tu mascota y recomendarte un alimento más digestible o una dieta especial si es necesario. En el mercado existen fórmulas rotuladas para “sensibilidades digestivas” o “alta digestibilidad” (incluso dietas veterinarias gastrointestinales) que están diseñadas con ingredientes muy fáciles de digerir y suplementos para el intestino. Al cambiarlos, hazlo gradualmente mezclando el alimento nuevo con el viejo durante varios días para evitar trastornos por el cambio brusco. Una vez establecido en un buen pienso, deberías notar en poco tiempo menos desechos y un perro o gato con mejor bienestar digestivo.

6. En Breedna, trabajamos cada receta con un objetivo claro:

Que tu perro o gato no solo coma bien, sino que realmente aproveche cada nutriente. Por eso, en nuestras gamas Super Premium y Premium, priorizamos ingredientes de alta calidad, seleccionados por su alta digestibilidad y valor biológico. Utilizamos proteínas animales como el pollo, el salmón o el cordero, frutas y verduras con propiedades digestivas, y formulaciones suaves que respetan su sistema digestivo. Tanto si tu compañero tiene el estómago delicado como si simplemente quieres ofrecerle lo mejor, en Breedna tienes la solución: alimentos que se digieren fácil, nutren de verdad y se notan por dentro y por fuera — desde las cacas hasta el brillo del pelo.

7. Conclusión

La digestibilidad es un factor clave (aunque a veces invisible en la etiqueta) de la calidad de un alimento para mascotas. Un buen dueño no solo se fija en los ingredientes o porcentajes de proteína, sino en cuánto de ese alimento realmente nutre a su peludo amigo. Priorizando comidas de alta digestibilidad –las que usan ingredientes premium, procesos cuidadosos y quizá añadidos beneficiosos como prebióticos– estarás asegurando que tu compañero de cuatro patas obtenga el máximo beneficio de cada bocado, con un sistema digestivo sano, menos “regalitos” que limpiar y, sobre todo, una vida más saludable y feliz

1.¿Qué significa que un pienso sea digestible?

Un pienso digestible es aquel del que tu perro o gato puede absorber la mayor parte de sus nutrientes, aprovechando mejor la comida y generando menos residuos.

2.¿Cómo saber si mi perro o gato digiere bien su alimento?

Fíjate en sus heces: si son firmes, pequeñas y con poco olor, es buena señal. También observa su energía, pelaje y si tiene gases o digestiones pesadas.

3.¿Qué ingredientes mejoran la digestibilidad en mascotas?

Proteínas animales de alta calidad, frutas y verduras digestivas, prebióticos, y un buen procesamiento del alimento ayudan a mejorar la digestión.

4¿Cuál es la diferencia entre digestibilidad en perros y gatos?

Los gatos necesitan más proteínas animales y tienen un sistema digestivo más exigente. Los perros son más flexibles, pero también se benefician de alimentos bien formulados.

5.¿Qué problemas causa un alimento de baja digestibilidad?

Puede provocar heces blandas o abundantes, gases, pérdida de peso, deficiencias nutricionales, malestar digestivo y rechazo del alimento.

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